miércoles, 29 de diciembre de 2010

A la ingrata distancia


En lo aparente se construye un momento no nuestro,
En lo imaginado se secunda la brisa que alerta la vitalidad del instante tras todo acto,
Entonces ¿Cómo no secundar presentes en el espacio que dista el contacto?,
Finalmente, avivar, recordar, buscar y seguir estando.

He querido hacer poesía pero con la esterilidad que propone en mi vida su ausencia,
Hasta el escribir se torna vago,
Quisiere lentamente acercar mi mente a su cuerpo,
Sin  embargo, mi pensamiento reposa paralizado en la ficticia escena del encuentro.

Somos de barro, o al menos mi componente es la arcilla,
De esos seres que en el azar se encuentran y en la palabra deciden aunar el absurdo,
De los caminantes que avanzan sin el temor de ser llevados por la avalancha,
De los itinerantes capaces de anidar el silencio en la distancia.

Avizoramos la excusa y  alimentamos el ser de cristalinos y minúsculos detalles,
En la impaciencia de un delirante deseo que le acaricia en coloridas imágenes,  
En  ese andar aún no construido, en el posible aún no vivido.

He querido dejar de ser la nostalgia de una estancia siempre ajena,
Ser el motivo para avivar el tumulto y sonreír más de dos veces,
Ser la acaricia propicia en la ingrata distancia,
Ser uno con usted, tres con nuestros pacientes anhelos.

Somos el mal chiste de un absurdo desde siempre incomprendido,
De esos seres sin temores y vanidades,
De los caminantes sin futuros ni destinos,
De los itinerantes, náufragos y navegantes.

He deseado encontrarle pero el espacio fue un mal invento,
Le he querido desde siempre pero lo sabe, soy cobarde,
Le escribo a usted sin miedo, con certezas,
Me enamora su piel, sus palabras y sus dispensas.

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