miércoles, 3 de agosto de 2011

Apuntes para la reivindicación espaciocultural

Contra los pronósticos de la homogenización del mundo moderno como efecto de la globalización económica y cultural, emergen en las diversas comunidades movimientos académicos y sociales que promulgan la autonomía y la diversidad étnica y sociocultural, pareciera que estamos ante un sinnúmero de paradojas que nos obligan a valorar en nuestro accionar presente maneras alternativas de multiculturacidad y multietnicidad como rasgos fundamentales de la democracia en los pueblos que conforman los estados latinoamericanos. Una mirada al pasado supone la comprensión histórica de quienes habitaron estas tierras fechas previas al mestizaje, a la par de un reconocimiento real a todas las razas que hicieron parte de tal proceso, afros, blancos e indígenas; colonos, expropiados y esclavos.

No hay duda que el nuevo carácter de las reivindicaciones étnicas, abordado desde el reconocimiento de sus derechos históricos como pueblos culturalmente diferentes, ha contribuido substancialmente en el avivamiento de aquellos pueblos que sumidos en la exclusión social y sujetos al alarmante proyecto de civilización de la cultura occidental, ven cada vez más dificultosa la emancipación de sus pueblos en los albores de la postmodernidad. 
Entre la reivindicación de la etnicidad como fundamento primario en la comprensión de la historia colombiana, sin desvincularnos de la exigencia social de repensar la nación, departamento y ciudad desde una perspectiva multicultural y multiétnica veo ciertos elementos que obstaculizan la sana coparticipación entre lo moderno y lo tradicional. Debemos por tanto construir ciertos puentes para afianzar la convivencia fraterna entorno a la diferencia para no caer en versiones obstaculizadoras de lo étnico que en lugar de propiciar nuevas formas de convivencia basadas en la pluralidad, la tolerancia y el respeto, lleven a promover prácticas de exclusión, posiciones genocidas y concepciones esencialistas poco dinámicas y contradictorias de la identidad étnica.

Un proyecto social que englobe a los pueblos en una sola cultura debe ser rechazado por quienes trabajamos en la defensa de los derechos fundamentales (humanos y ambientales) en la medida que no respeta la diversidad en el sano ejercicio de la promoción. Subraya Freire “cada pueblo habrá de buscar aquel elemento que le emancipa en su esencia única que a la vez le diferencia”, es así, como cada pueblo en el afán de no extinguir su flameante llama vuelve a sus fuentes y demanda de la comunidad de estudiosos, académicos y de los otros pueblos la autonomía que les permita prevalecer en el tiempo y conservar aquel centenario legado  de lenguas, ritos, tradiciones, sabias enseñanzas… que como entretejen su historia son imprescindibles en el abordaje de la nuestra. No podemos excluir la historia de nuestros antecesores si queremos comprender la existencia presente.
No hay duda de que la recuperación de la identidad étnica constituye unos de los ejes cristalizadores en la promoción de las mal denominadas minorías, por ello quienes respetamos los fundamentos históricos del ser presente de los pueblos debemos ser creativos en la construcción de propuestas novedosas que permitan abordar la realidad multicultural. No obstante, algunas expresiones de éste nuevo discurso tienden a oponer a las comunidades étnicas tradicionalmente organizadas con la sociedad general en donde se contienen, de ahí que nuestras labores reivindicatorias deben tomar el discurso emancipatorio como la expresión de un recurso simbólico, ideológico y político para confrontar las ideologías dominantes y para conservar una identidad; más que como una expresión de rechazo  a otras formas de ser de las sociedades contemporáneas.

Una de las constantes en el discurso de las etnias contemporáneas es la reivindicación de las costumbres, el pensamiento propio y las tradiciones como núcleos grandes de identidad, el acercarnos a la cosmovisión desde donde se asumen las comunidades ancestrales favorece quizá una orientación reivindicatoria del medio ambiente, de allí que recuperar el planeta para la vida supone la apuesta del hombre globalizado por la cultura ápice de su historia.
Sin duda, la recuperación integral de la humanidad del sujeto no puede estar separada de la realidad socio – espacial que le circunda, como jóvenes preocupados por el deterioro socio – ambiental al que estamos ceñidos en tiempos de conflicto, es un imperativo el sentimos responsables por callar, por autocensurar nuestras ideas y limitarnos a ser simples videntes, observadores, cómplices de un mundo entregado al hedonismo, masificado de seres egoístas insertos en la economía de mercado y en la acumulación de capital, procesos sociales recurrentes que difuminan el asombro, lanzándolos a la fatídica homogenización bajo las dinámicas de la dominación, el 
goce, la ideología y el mercado.

Por otra parte, la  incomprensión o desconocimiento de lo que implica asumirnos desde las artes, la ética, la política y el sentido integral del ser; adquiere una mayor dificultad cuando en los contextos sociales donde habitamos no hablamos más que de guerra, productividad, alcohol, violencia, drogas, normas … pero jamás de cultura, encuentro y creación artística requerimientos fundamentales a la hora de replantear las políticas públicas en el afán de ofertar contextos vitales de socialización óptimos para plantar el semillero de hombres y mujeres con conciencia social, pluralistas y protectores del medio ambiente.

Para plantarnos, es necesario al amparo del ideario carpediano proponer y abanderar procesos de redescubrimiento del ser que permitan un cambio de mentalidad en las comunidades. En consecuencia, la Jornada de Integración y Sensibilización Universitaria es una propuesta urgente en la coyuntura de un país ahincado en la indiferencia, en ella debemos darnos cita los jóvenes, hombres y mujeres que le apostamos a la pluralidad, a la dialéctica de los opuestos, a la protección del medio ambiente como un universal primario de conservación, a la formación corresponsable y a la puesta en el ruedo del potencial humano, artístico y solidario en la apertura de espacios discursivos que permitan la sensibilización crítica de los jóvenes universitarios frente a las problemáticas étnica, social y ambiental.

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